sábado, 23 de abril de 2016

LO QUE NO PUEDE SER, NO PUEDE SER.



LO QUE NO PUEDE SER, NO PUEDE SER.
Por mucho que a nuestros políticos se les  llenen la boca de elogios a nuestra democracia,  que somos un estado social de derecho, a la vista de los vergonzosos episodios históricos acontecidos cuando fuimos un  imperio decadente y el papel de segundones que otras potencia nos han asignado tradicionalmente, no tenemos muchos motivos para alardear de las fantasías que nuestros dirigentes y monarcas nos han  inculcado a lo largo de la historia. Hemos perdido todas las guerras en las que hemos participado, excepto en la que  se enfrentaron  militares rebeldes  derrocando a la república legítimamente constituida. Los periodos del franquismo y la Transición son la realidad tozuda de un patriotismo de oportunistas y políticos corrompidos que han anulado el espíritu crítico y el sentido de pertenencia a una comunidad de los españoles en  un proyecto común. La población ha sido educada para soportar lo  que sea y a quien sea dando valor de virtud a la  sumisión, potenciando el “sálvese quien pueda y los demás que arreen”. :Somos un pueblo cuyo signo de identidad que nos ha dado prestigio mundial han sido las obras literarias maestras de protagonistas pícaros como Don Quijote o El Lazarillo de Tormes .Después de   la dictadura ignominiosa de Franco, que finaliza con su muerte en la cama en paz, ahora soportamos una Transición cuyo simbolismo  más expresivo sería la corrupción sistémica de la clase política y la práctica  de la evasión fiscal,  con la complicidad de los organismos públicos con  una política de puertas giratorias para agradecer servicios prestados. El sistema educativo ha sido diseñado para perpetuar el sistema de clases sociales enfrentadas: rico-pobre, hombre-mujer, honesto- oportunista. De esta manera se mantiene el sistema con el apoyo impagable de jueces y tribunales que emiten sentencias sin considerar que se enjuicia a  seres humanos y que si de justicia real se tratara, habría que empezar con la casta, aunque sabe que sus responsabilidades van a ser enjuiciadas con benevolencia y en su caso amnistiadas para evitar venganzas, se levanten las alfombras y salgan a la luz  todas las estafas acumuladas,  ocultas por una prensa  propiedad de los corruptores, salvo excepciones. Todo este caos requeriría una denuncia valiente y ejemplarizante como  “Nunca Más”, de Ernesto Sábato en Argentina.


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