LO QUE NO PUEDE SER, NO PUEDE SER.
Por mucho que a nuestros políticos se les llenen la boca de elogios a nuestra
democracia, que somos un estado social
de derecho, a la vista de los vergonzosos episodios históricos acontecidos
cuando fuimos un imperio decadente y el
papel de segundones que otras potencia nos han asignado tradicionalmente, no
tenemos muchos motivos para alardear de las fantasías que nuestros dirigentes y
monarcas nos han inculcado a lo largo de
la historia. Hemos perdido todas las guerras en las que hemos participado,
excepto en la que se enfrentaron militares rebeldes derrocando a la república legítimamente
constituida. Los periodos del franquismo y la Transición son la
realidad tozuda de un patriotismo de oportunistas y políticos corrompidos que
han anulado el espíritu crítico y el sentido de pertenencia a una comunidad de los
españoles en un proyecto común. La
población ha sido educada para soportar lo que sea y a quien sea dando valor de virtud a
la sumisión, potenciando el “sálvese
quien pueda y los demás que arreen”. :Somos un pueblo cuyo signo de identidad
que nos ha dado prestigio mundial han sido las obras literarias maestras de
protagonistas pícaros como Don Quijote o El Lazarillo de Tormes .Después de la
dictadura ignominiosa de Franco, que finaliza con su muerte en la cama en paz,
ahora soportamos una Transición cuyo simbolismo más expresivo sería la corrupción sistémica de
la clase política y la práctica de la
evasión fiscal, con la complicidad de
los organismos públicos con una política
de puertas giratorias para agradecer servicios prestados. El sistema educativo
ha sido diseñado para perpetuar el sistema de clases sociales enfrentadas:
rico-pobre, hombre-mujer, honesto- oportunista. De esta manera se mantiene el
sistema con el apoyo impagable de jueces y tribunales que emiten sentencias sin
considerar que se enjuicia a seres
humanos y que si de justicia real se tratara, habría que empezar con la casta,
aunque sabe que sus responsabilidades van a ser enjuiciadas con benevolencia y
en su caso amnistiadas para evitar venganzas, se levanten las alfombras y
salgan a la luz todas las estafas
acumuladas, ocultas por una prensa propiedad de los corruptores, salvo
excepciones. Todo este caos requeriría una denuncia valiente y ejemplarizante
como “Nunca Más”, de Ernesto Sábato en
Argentina.
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