miércoles, 18 de marzo de 2015

EL MINISTRO DE SANIDAD CONDENADO POR CORRUPTO



EL MINISTRO DE SANIDAD CONDENADO POR CORRUPTO
El recientemente nombrado ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, ha sido multado con medio millón de € porque siendo alcalde de Vitoria, contrató el alquiler de unos locales oficiales en condiciones leoninas y a precios fuera de mercado. También ha sido sancionado el actual alcalde, Javier Maroto,  por complicidad en la misma operación ilegal.. La reacción de los multados ha sido extraña, pues a parte de argumentos pueriles,  han decidido no recurrir y pagar  la multa por si se descubren responsabilidades de mayor calado.   Alonso sustituye a Ana Mato en Sanidad, quien tuvo que dimitir después de su vergonzosa actuación a lo largo de su gestión ministerial, y  especialmente en la crisis del ébola. El exalcalde Alonso  se estrenó de ministro  con el caso de la hepatitis C, que suponía  medicar a miles de enfermos en riesgo de muerte cierta e inmediata.  Después de disculpas por  trámites, planes estratégicos, análisis y estudios de precios,  el ministro se comprometió triunfalista a aplicar la medicina milagrosa a quienes recetaran los médicos.  Han pasado varios meses y los enfermos continúan manifestándose ante el ministerio porque siguen muriéndose por incumplimiento de los planes acordados. Hay que reconocer que don Alfonso acredita méritos para ser nombrado ministro, pues anteriormente fue  Portavoz del PP en el Congreso y tuvo que hacer frente en la tribuna a importantes marrones que se descubrieron en la bochornosa gestión del gobierno en varios temas que en cualquier país de derecho hubieran tenido que dimitir varios ministros e incluso el Presidente Rajoy. Por eso, en agradecimiento a los servicios prestados  se le nombra ministro y ahora que se aproximan elecciones generales se dedica a prometer lo que convenga para que el PP logre volver a gobernar una nueva legislatura. Y por la misma razón la cúpula  ha preferido que  pague la multa del ayuntamiento de Vitoria, seguramente en B. Es que, ya lo afirmaba  Groucho Marx: “el idiota callado parece menos idiota”

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