EL CORONEL YA TIENE QUIEN LE ESCRIBA.
A semejanza de una obra de Dostoiewsky describiendo una
historia patética de amoríos entre nobles militares y plebeyas, en el ejército
español, con doscientos años de retraso se produce un episodio mezcla de romanticismo
y del más refinado machismo que se creía ya superado por cursi, según las
encuestas, el militar es uno de los
estamentos más respetados y queridos por los españoles. Un coronel galante y
presuntuoso se ilusiona de una militar confiado en que con sus dotes y con la carrera que acumula
deslumbrará a la doncella. Es considerada una joya del nuevo ejército español que ha
desterrado por fin los tópicos de machistas, vagos y con un arcaico sentido del
compañerismo, difícil de entender en el estamento civil. La pasión de la
militar le lleva e eufórica a luchar contra el islamismo para civilizarlo y que
entienda los valores superiores que aporta una idealista perteneciente a un
ejército moderno, constitucionalista subordinado al poder civil.
El corone,l que quiere
conquistar a la heroína es rechazado,
aunque no se desanima por no perjudicar su “carrera militar”, bien supremo al
que se supeditan los demás ideales. Sus intentos resultan baldíos y a partir de ese fracaso el militar narciso inicia una nueva tentativa, sin
éxito una vez más. El final es una lección de gremialismo de varios generales en
defensa del coronel al que un tribunal militar encarcela simbólicamente. A
su liberación inicia una persecución parecida al cuento de Cenicienta. Cuesta atribuir,
no obstante, ideales superiores a personas
que se preparan para hacer la guerra provocando muerte y destrucción.. Pero el
esperpento ya es pintoresco cuando una diputada a Cortes interpela al Ministro
de Defensa a quien pide explicaciones sobre el vodevil entre el coronel y la acosada. Su intervención es de antología, pues
la humilla gravemente aduciendo que su intervención es despectiva para el honor
de los militares, por lo que le ordena autoritario que se calle. La actitud del ministro
es intolerable y debería exigírsele su inmediata dimisión y convocar una
comisión para que se investigue la ofensa
pública a la diputada y se pidan
responsabilidades a los que hayan participado en el espectáculo.
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