sábado, 14 de marzo de 2015

EL CORONEL YA TIENE QUIEN LE ESCRIBA



EL CORONEL YA TIENE QUIEN LE ESCRIBA.
A semejanza de una obra de Dostoiewsky describiendo una historia patética de amoríos entre nobles militares y plebeyas, en el ejército español, con doscientos años de retraso se produce un episodio mezcla de romanticismo y del más refinado machismo que se creía ya superado por cursi, según las encuestas,  el militar es uno de los estamentos más respetados y queridos por los españoles. Un coronel galante y presuntuoso se ilusiona de una militar confiado en que  con sus dotes y con la carrera que acumula deslumbrará a la doncella. Es considerada  una joya del nuevo ejército español que ha desterrado por fin los tópicos de machistas, vagos y con un arcaico sentido del compañerismo, difícil de entender en el estamento civil. La pasión de la militar le lleva e eufórica a luchar contra el islamismo para civilizarlo y que entienda los valores superiores que aporta una idealista perteneciente a un ejército moderno, constitucionalista subordinado al poder civil.
El  corone,l que quiere conquistar a la heroína  es rechazado, aunque no se desanima por no perjudicar su “carrera militar”, bien supremo al que se supeditan  los demás ideales.  Sus intentos  resultan baldíos y a partir de ese fracaso el  militar narciso inicia una nueva tentativa, sin éxito una vez más. El final es una lección de gremialismo de varios generales en defensa del coronel  al que  un tribunal militar encarcela simbólicamente. A su liberación inicia una persecución  parecida al cuento de Cenicienta. Cuesta atribuir, no obstante,  ideales superiores a personas que se preparan para hacer la guerra  provocando muerte y destrucción.. Pero el esperpento ya es pintoresco cuando una diputada a Cortes interpela al Ministro de Defensa a quien pide explicaciones sobre el vodevil entre el coronel y la  acosada. Su intervención es de antología, pues la humilla gravemente aduciendo que su intervención es despectiva para el honor de los militares, por lo que le ordena autoritario que se calle.  La actitud  del ministro  es intolerable y debería exigírsele su inmediata dimisión y convocar una comisión para que se investigue  la ofensa pública a la diputada y  se pidan responsabilidades a los que hayan participado en  el espectáculo.


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