lunes, 13 de octubre de 2014

CARTA A JOSU MENDIALDUA



Hola, Josu:
Deseo felicitarte por la carta que te han publicado en El Correo el 6 de este mes de octubre, con el título: "Aborto: de Santo Tomás a Hans Küng".  Considero que muestras una gran clarividencia al tratar este asunto desde la perspectiva de creyente  adulto y con la honestidad que requiere ser fiel a la propia conciencia.  Creo que podemos expresar nuestras críticas a la mentalidad arcaica y poco reflexiva de la visión del tema por parte de la jerarquía. No niego que es un asunto muy delicado, pero que no se puede solucionar con una condena absoluta y sin matices del aborto, tal como es la actitud condenatoria y obsesiva de Munilla y otros del ala dura que tanto mal están generando en el Pueblo de Dios. Carecía de ideas claras sobre el aborto, porque no estoy de acuerdo con el anatema al que se condene a los que creen que se puede y debe reflexionarse sin prejuicios sobre la materia, pero tampoco admito que los puntos de vista de la jerarquía tan rígidos y sin matices sean la respuesta a un hecho de tanta trascendencia social y moral. Hasta ahora mi criterio era difuso: tú me has alumbrado con unas sencillas, pero esclarecedoras ideas que son el eje de tu carta. El quid está en que, según citas: "La tradición católica ha señalado que la vida humana exite desde la fecundación..."  Pero añades que Santo Tomas "considera que la afirmación humana es un proceso y no hay perwona al inicio, porque la persona humana presupone un intelecto, todo eso que es lo que distingue al hombre del animal. Dice literalmente Santo Tomás: "Un óvulo fertilizado , evidentemente,- según Küng-, es una vida humana, pero no  una persona." Entonces el problema se reduce considerablemante.
Gracias a tu reflexión se me han aclarado las ideas,pues el meollo es que el concebido es vida, pero no persona, ya que aun no es capaz de valerse de su intelecto, que es la condición necesaria para ser más adelante racional. Con el riesgo de que se me llame abortista, que no lo soy en absoluto, si me atrevo a asimilar el hecho con el de un animal irracional: tiene vida, instintos y capacidades, pero no tiene ni tendrá intelecto, por tanto es un elemento más de la naturaleza. La gran diferencia con el ser humano es que su cerebro va evolucionando y es capaz de pensar, sentir y otras reacciones más que le acreditan como ser racional. Es persona porque piensa, pero mientras no tenga capacidad reflexiva es algo vivo, pero nada más. Por eso, con las limitaciones que tenemos los humanos que no estamos especializados, criterios cono los tuyos ayudan mucho a responderse con honestidad a las cuestiones filosóficas según la conciencia de la que Dios nos ha dotado, pero no aceptar como dogma absoluto lo que es sólo, a mi parecer, una cabezonada de Roma para lograr mantener  los principios, con la obsesión de creer que mantener e crtiterio de "mantenella y no enmendalla" es un síntoma de que lo inmóvil es eterno, cuando en realidad lo rígido es frágil y se rompe facilmente. Poco más o menos que la obsesión misógina de no permitir a las mujeres recibir las órdenes. En reaslidad todo este lío no es nuevo: han tenido que pasar 500 años para que Roma se baje del burro y reconozca que estaba equivocada al afirmar que la tierra era el centro del universo y que el sol giraba  en su derredor. Aunque le costara la fe a Galileo, que no quiso defender los impulsos de su conciencia en contra del fanatismo de los dogmas que tan facilmente se decretan para evitar disidencias o pérdidas de hegemonía.
Bueno, Josu: supongo que no estarás acostumbrado a recibir rollos filosóficos de la gente, sobre todo de los que sólo tenemos la voluntad de actuar en conciencia y a lo que damos suma importancia. Yo, por mi parte, tampoco me dedico a responder a todo el que expone sus ideas. Pero es que me parece de tanta actualidad el tema y mantengo tantas polémicas con mi entorno natural, que me has dado unas ideas que te agradezco de corazón.
He preferido no dar publicidad a mis puntos de vista, pues creo que son poco sólidos y van a provocar hasta mi excomunión.
Un abrazo y hasta siempre.



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