DEPURAR LA JUSTICIA Y RESPETAR LOS DERECHOS HUMANOS
Debe ser muy difícil entender que los condenados a prisión
por cualquier delito, cuando terminan de cumplir las penas impuestas, dejan de
ser delincuentes o terroristas y no se les puede discriminar negativamente de
ninguna forma. Han redimido sus penas y se incorporan a la sociedad como
cualquier otro ciudadano con todos los derechos civiles y políticos. Por tanto,
los convictos liberados a consecuencia de la sentencia del TEDH han cumplido íntegramente sus condenas y están
plenamente rehabilitados. Lo que sucede es que los tribunales españoles, desde
el Supremo al Constitucional, no se ajustaron a los principios del derecho, imponiendo
unas condenas desproporcionadas que el tribunal europeo ahora exige rectificar,
condenando al Estado español a multas por el exceso de tiempo que han estado
presos de forma ilegal. O sea que al proferir esos aspavientos, insultos y
provocaciones en las declaraciones públicas los ministros, jueces y gente bienpensante rechazando la sentencia del TEDH que les ha supuesto un varapalo
humillante ante sus interpretaciones que exceden las leyes y conculcan los
principios generales del derecho, están cometiendo una ofensa punible por
insultar a unos ciudadanos que gozan de la plenitud de sus derechos civiles ya
que han redimido sus penas a la sociedad a la que ofendieron. Es decir:
las manifestaciones de esos políticos, periodistas y catedráticos de derecho en
las que se apela a la demagogia señalándoles como asesinos de niños,
terroristas o que sólo hayan cumplido treinta años, cuando se les condenó a
miles, sus amables, humillantes y provocativas descalificaciones tienen toda las apariencias de una obligada y
rabiosa aceptación de la sentencia porque les han demostrado que aquí la
judicatura y loa fiscalía interpretan de una forma excesivamente laxa la ley
que conviene al príncipe y tiene que ser un tribunal como el TEDH quien les
rectifique. Por ciento, que no son unos jueces cualquiera los que forman parte
de dicho tribunal, como recientemente se atrevía a denunciar un periodista de
la caverna. Aunque tiene razón el fanático
periodista citado, no son todos jueces, algunos son juristas de renombre
elegidos en sus países de origen por su prestigio y conocimientos. Quizá podrían
darles algunos cursillos urgentes de capacitación a nuestros prestigiosos
jueces y a los que se toman a broma los derechos de los ciudadanos. La justicia
española es manifiestamente mejorable.
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