LUCES Y SOMBRAS DEL PAPA FRANCISCO.
Este Papa está revolucionando las estructuras internas de la
Iglesia y produce interrogantes a creyentes y no creyentes por sus reiteradas
manifestaciones que ponen en tela de juicio muchos de sus principios que
parecían inamovibles. En un documento reciente ataca “al capitalismo sin
límites, como una nueva tiranía invisible”. Pide a los líderes mundiales que “combatan
la pobreza y la desigualdad”. Critica “la idolatría del dinero y suplica que se
garantice a todo el mundo trabajo digno, educación y cuidado de la salud”. Afirma con valentía que el Vaticano y la
jerarquía necesitan escuchar el llamado a la conversión…Y afirma. “Prefiero una
iglesia accidentada y manchada por salir a la calle, antes que una iglesia
enferma…, para aferrarse a sus propias seguridades…”. No es esta la primera declaración que muestra
que quiere dar un sesgo más evangélico y próximo a la humanidad que sufre,
aunque la curia romana y la jerarquía española estén expectantes porque temen
que las opiniones y criterios del Papa les están pasando por la izquierda,
dejándoles inquietos para no quedar desmarcados ante la marea de novedades y
esperanzas que suscita entre los que buscan una iglesia alejada de los poderes
y de las riquezas y los jerarcas se
conviertan a la auténtica fe y dejen el
` paganismo y la idolatría que ha traicionado
la doctrina de Jesús, convirtiéndose para servir al pueblo porque esa es su misión según
el mandato de Jesús.. Es una ventana
abierta a la esperanza, aunque se teme que, como con el Concilio Vaticano II,
se pierda el impulso vivo y la esperanza
de que las palabras se transformen en hechos.
Sin embargo, es lamentable y se entiende mal la cerrazón que
muestra con reiteración y contumacia Francisco contra la ordenación de las
mujeres a las que, para que no se protesten manifiesta que “deben tener más
influencia en el liderazgo de la iglesia”. Es humillante el papel al que se les
relega como si fueran unas necias útiles
a las que se les supone con menor capacidad intelectual que a los hombres para
poder consagrar. sin aportar argumento
ni evangélico, ni teológico ni de justicia algiuno para justificar la negación
de las órdenes sagradas a más del cincuenta por ciento del pueblo de Dios. Todo
el progresismo que pone de manifiesto en sus intervenciones en público quedan
desacreditadas por esa visión misógina, que tarde o temprano terminará por ser devaluadas
por un anacronismo falto de toda base teológica que lo sustente. Quizá trate de dejar algunas bazas en manos
del bunker vaticano y que dará una solución coherente a la extraña y corta
visión que demuestra en este aspecto. No obstante, la visión de Francisco para los creyentes que
buscan la autenticidad en la iglesia
puede servirles para recuperar la esperanza y que sea la fuerza de su
debilidad la que constituya la palanca que mueva las conciencias del mundo para
que todos los humanos puedan tener la oportunidad de vivir con dignidad. No te rindas, Francisco, que si tienes coraje
recuperarán la ilusión legiones.
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