RAZONES PARA ENTRAR EN POLÍTICA
Es una pregunta con segundas intenciones que se plantean los
ciudadanos cuando analizan las motivaciones que llevan a algunos/as a
participar en política. Tiene su morbo, pues es difícil de entender que
alguien pueda soportar gratuitamente la
presión que soportan ante las exigencias
de la población, cuando no los desprecios, críticas y humillaciones en la prensa, mítines y reuniones públicas.
La pregunta es pertinente: qué les impulsa a soportar tantos riesgos y recibir
tan escasas satisfacciones. Más aun: los éxitos se ignoran pero los fracasos o
deficiencias en la gestión se magnifican.
Así y todo la cantera de
candidatos en elecciones es inagotable. Es difícil de creer el argumento reiterativo: “Querer servir a la
comunidad”. Ya está demodé y los ciudadanos se lo toman a chacota, pues ya hace
mucho de dejó de ser creíble. Después, con la democracia se acuñó uno nuevo,
más aséptico y que podría justificarse
desde una visión profesional. “Hacer carrera política” era el lema. Pero
con la que viene cayendo, ambas razones han quedado sin base, más bien sirve a
la población para caricaturizarles. Para muchos la razón es más prosaica: es una
manera de lograr un puesto de trabajo
bien remunerado que pueda servirle de palanca para asegurarse un futuro
próspero que en su posible trayectoria privada no podría ni soñar. Para otros es la pasión por el protagonismo,
pues es evidente que de una u otra manera logran estar en el candelero, aunque
sea a costa e actuar como marionetas. Sin embargo, el ciudadano
corriente se cuestiona si merece la pena
soportar tantos sustos, reproches y crearse tantas enemistades a cambio de un
instante de gloria de vez en cuando. Decía Indalecio Prieto a preguntas de un
periodista: Pero, don Inda, tanto gusta el poder? .Respondió con su habitual
agudeza y sin guardar las formas de cortesía : “Mas que el “h”oder cuando se es
joven” (pronunciando mal la J).
No se puede considerar porque es imposible que haya razones espurias como enriquecerse
corrompiéndose o utilizar el cargo para cometer delitos. No es posible que
personajes públicos que buscan el bien
común se perviertan. Como no puede ser, mejor ni plantearlo por respeto al
noble arte de la política.
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