EL INEVITABLE RESCATE A LA BANCA.
Ante esta afirmación se podría pensar que se trata de
ironizar habida cuenta de la historia patética que viene acumulando por su
manera de actuar, especialmente con la crisis generada por sus errores y
abusos. A quién se le ocurriría defender la necesidad de salvar a los que han
producido tanto dolor sin mostrar ni un gramo de arrepentimiento. Pero es preciso reflexionar y no pegarse un
tiro en el pie tratando de que la banca
responda de las consecuencias de sus actuaciones criminales. Cuáles serían las
consecuencias para la sociedad si se dejara que se hundan? No superviviríamos ni un solo día, pues toda la
actividad se paralizaría: las empresas no podrían abonar las nóminas, no
pagarían a proveedores, la población no dispondría
de liquidez y los ahorros depositados
los perderían. Se cortarían los suministros básicos: luz, gas, transportes, sanidad…Para qué describir el
caos. De ahí el coraje que producen las
ayudas masivas del gobierno con fondos
públicos, que incluso el Gobierno debe
de buscárselo, aunque los fondos públicos se agoten. Y, mientras, los banqueros
exigen ayudas con fondos públicos que se detraen de los servicios sociales y desahucian
a los que no pueden pagar sus hipotecas.. Como afirmaba un célebre economista
sobre el proceso de rescate de Goldaman Sachs :“Too big to fail” Son soberbios
porque saben que siempre habrá fondos públicos para evitar las consecuencias de
un colapso general. Es difícil argumentar que se debe salvar al enemigo más
cruel, pero el Sistema así lo ha diseñado.
Sin embargo, después de las ayudas habría que investigar a los que han actuado
de forma temeraria a sabiendas de que los productos que comercializaban era tóxicos
y llevaba a tener que ser rescatados. Por
eso es imprescindible que se ejecuten los préstamos, avales y toda clase de garantías
otorgadas a los bancos por el Estado, de manera que pasen a ser de titularidad
pública. Otra cosa sería que la gestión la realizaran ejecutivos profesionales
que responderían ante las autoridades y organismos oficiales, dada la dudosa
afirmación de que la gestión privada es más eficaz que la pública. No es este
el debate, aunque la crisis financiera actual demuestra que la han generado
bancos y directivos privados que alardean de su eficacia. Se debería impedir que un servicio público de tanta
trascendencia como es el crédito, esté en manos privadas y que sean fondos públicos los que tengan que soportar
sus ineficiencias y corrupciones.
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