NELSON MANDELA
Es la diplomacia humillante la que actúa cuando muere un
político carismático como Mandela. Por muy enemigo que fuera de quienes
apoyaron el apartheid de Sudáfrica, al morir llega el momento de los elogios al
uso. Como dice la poeta Anamaría Rebatte
: “…no esperes a que se muera la gente
para quererla….En Vida, hermano en Vida”…. Por tanto, no es aquí dónde expresar
homenajes que ofenden a quien que se va con el corazón triste y decepcionado.
Quizá no son conocidas las declaraciones
que hizo recientemente una hija suya que expresaba las lamentaciones de su
padre porque después de estar encarcelado más de 25 años y rechazar las ofertas
de liberarle si condenaba la actuación contraria a la política de apartheid del
Frente Nacional, después de liberar con el diálogo y la resistencia pasiva pera firme a su patria de la política
racista de los afrikáner y redactarse una Constitución de los negros para los
negros, comprueba decepcionado que la clase dirigentes y los políticos en la
sombra son blancos, siguen siendo blancos. Que los mandos superiores del ejército y la policía, son blancos, que
la soldadesca y la tropa policial ahora son negros, y se dedican a la noble
tarea de machacar a los negros. Que el
desarrollo espectacular del país está en manos de los afrikáner y colaboracionistas
negros, pero que no se han cumplido apenas los acuerdos que firmó con el cruel presidente De Kleck y aquellos demócratas que proclamaban
la superioridad blanca sobre los negros, pero que al cambiar lo vistoso y la expresión
de unos bellos principios generales de
maquillaje, supieron buscarse el apaño y ahora Sudáfrica en un nido de
multinacionales que explotan los recursos nacionales, pero sin mejorar la
situación social de la población negra por la que se sacrificó con tanta dignidad y
sin rencor contra sus torturadores. Está claro que Mandela fue una figura
irrepetible, pero conviene que lo tengan en la memoria los movimientos de
liberación que negocian con sus metrópolis los términos de su
autodeterminación, pues en los compromisos hay letra pequeña y addendums
secretos que son las bases reales de la nueva estructura del país a pesar de una Constitución de corte progresista, pero
con leyes interpretativas que
contradicen el contenido de la Carta Fundamental, que, como decía el Conde de
Romanones: “Ustedes hagan la ley, que yo haré el reglamento”. Nelson Mandela no
necesita homenajes cínicos, sólo que sea una referencia para los pueblos que
tienen el derecho a su libertad, con iguales derechos que tienen las metrópolis
que les gobiernan.
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