DILMA ROUSSEFF
La presidenta del Brasil ha sorprendido a todo el mundo:
parece que es el único responsable político que ha entendido que
cuando los pueblos se manifiestan lo hacen porque consideran que ejercen y son los titulares de
la soberanía y que los políticos son sus empleados a los que se elige para que
les gobiernen y administren la riqueza de la nación.. Curioso, puesto que
incluso los mandatarios más democráticos piensan que los ciudadanos deben manifestarse
respetuosos con ellos. La ciudadanía brasileña se manifestó porque las
autoridades de Sao Paulo decidieron elevar el precio del bus veinte céntimos.
Como es habitual, los políticos quisieron solucionarlo con la psicología propia
de la tropa policial: dialogar con las porras, los botes de humo y la
convicción de que son los salvadores de las esencias de las libertades
públicas. Pero, he aquí que comprueban que una causa tan trivial como era la
subida de precio del billete de bus era sólo el síntoma, y esos políticos iluminados creyeron que cancelando
la subida calmaría la inquietud del
pueblo. No era esa la solución: detrás de toda aquella protesta se hallaban
otras reivindicaciones más profundas que se hicieron públicas como una marea entusiasta
de una población que pedía nada menos que se respetaran sus derechos, que se
procesara a los corruptos y que se pidieran responsabilidades sobre las
actuaciones de las fuerzas represivas.
Han denunciado que todo ello ha
sido históricamente lo que ha llevado a la indigencia a gran parte de la
población, exigiendo que se cesara de dilapidar en estadios de futbol y se dedicaran esos fondos
a atender las necesidades sociales. . Dilma se hallaba en el extranjero y los
políticos confiaron que la vuelta de la presidenta lograría dominar a la chusma.
Pero, para sorpresa general, dio la razón a las peticiones del pueblo que se
manifestaba. Convocó una reunión con los representantes de los indignados y les
prometió estudiar sus propuestas. Efectivamente, en un discurso a la nación se
manifestó identificada con las protestas populares y prometió luchar contra la
corrupción, contra los defraudadores y dar un destino más social al gasto
público. Y para completar su ilusionante propuesta, manifestó que se convocaría
a la población a redactar una nueva constitución dándole el protagonismo a la
hora de enriquecerla con sus aportaciones. Conviene señalar que Brasil se ha
convertido en la segunda potencia de América, que tiene un crecimiento
económico al que ha afectado
moderadamente la crisis mundial; que tiene 190 millones de habitantes, 8,5
millones de Km. cuadrados y que sus exportaciones tienen un alto contenido
tecnológico y valor añadido. Por tanto, a ver si los restantes jefes de Estado ponen sus barbas a remojar y logran
entender que está llegando el tiempo de las responsabilidades ante los pueblos.
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