Lo que tras el Estatuto parecía un juego de esgrima entre el Gobierno Central y el Vasco se ha convertido en un lamentable mercadeo de verduleras por ambas partes, lo que ha llevado a la ciudadanía a desinteresarse de ello , pues simulan una estrategia negociadora con tintes y hasta amenazas rupturistas que no deja de ser un mal vodevil teatral con final conocido y acordado desde el principio. Todo ello adobado con el apoyo de la prensa nacionalista que con escasa fortuna y en actitud mendicante echa leña al fuego para preparar el ambiente a sus seguidores ingenuos que creen que el juego es entre expertos y que el resultado depende de la capacidad negociadora en ese momento de ambas partes. La mise en scene es siempre la misma: el GV calienta el ambiente meses antes de iniciarse las negociaciones con declaraciones amenazante de ser exigentes y de falta de expectativas soñando que van a acobardar a Madrid, cuando en realidad y bajo cuerda están acordadas todas las cesiones y otras que van a ser el alpiste para negociar y que aparente que hay tensión que salga en los medios provocando un ambiente artificial en Madrid, pues en Lakua está el pescado vendido. Claro que depende del momento, pues si el apoyo de los jelkides no es determinante en esos momentos a la hora de los votos, ya pueden amenazar que ni se pondrán al teléfono en La Moncloa. En algunos pasajes el espectáculo resulta decepcionante por parte de Vitoria, pues Sanchez y sus ministros parecen ignorar la negociación, teniendo en cuenta que tienen otros problemas más perentorios, como las sesiones de control en las Cortes a las que les someten el PP y VOX que le van segando la hierba bajo los pies cuando las encuestas son desfavorables a pesar del apoyo del INE y su mentor Felix Tezanos. Lakua defiende que el Estatuto es un acuerdo entre iguales, pero Madrid lo desmiente en la práctica, pues es la consecuencia de la derrota en la primera guerra carlista que impuso a los vascos la Ley Paccionada de 1841.
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