sábado, 26 de febrero de 2022

UN DIALOGO TEMIDO

  UN DIALOGO TEMIDO.

Conozco  un “eskale” con el que suelo pararme a charlar. Me cuenta  parte de   su vida y  sus inquietudes. Reconozco que me cuesta porque  se me plantean  cuestiones personales sobre la justicia de mi estatus social comparado con el suyo sin tener otro argumento justificativo que él es emigrante. Persona  culta y educada, pues habla  un buen español y escucha con atención . Viene de un país del este, no sé cual. Es músico y debió  pertenecer a una orquesta sinfónica, pero emigró  a Barcelona y después recaló aquí.   Parece que  recibe alguna ayuda del GV  que le permite supervivir  y se considera satisfecho.  Realmente cuando hablo con él  me queda una sensación amarga, pues se siente discriminado por la gente  de aquí a la que considera racista, aunque a veces se encuentra con alguien  que se para a hablar con él, lo agradece, pero lo considera  paternalismo, pues le queda muy claro que él es el mendigo y nosotros los que damos limosna y se siente humillado, aunque me confiesa que  ha perdido mucho de la dignidad que le llevó a emigrar. Cuando hablamos  de asuntos humanos me dice que prefiere no profundizar, pues  se rebela y se pasa varios  días  inquieto.  A veces le planteo  por qué no trata de reaccionar y salir  de la indiferencia en la que se ha precipitado si  tiene inquietudes y podría encontrar alguna oportunidad en alguna orquesta o  en un trabajo retribuido que le saque de la calle.  También a mi me afecta , pues  quisiera ayudarle a solucionar su problema que no está en mis manos, sino que debería ser un asunto que compete a los organismos  públicos y que a la ciudadanía nos  afecta sólo  sentimentalmente, pues pienso que para eso pagamos los impuestos, para  acoger a emigrantes como fuimos acogidos los vascos cuando nuestros bisabuelos tuvieron que emigran a Argentina, Uruguay o Cuba. Tiene razón esta persona noble que nuestra actitud es paternalista, pero es que no tenemos otra  solución. De hecho a  veces evito encontrarme con él porque me produce cierta inquietud moral. Se me revuelven las tripas pensando que aquí existe organizado un sistema de caridad que parece que nos justifica    la mala conciencia íntima que   produce la  injusticia  de pertenecer a una sociedad  de clases sociales tan  poco permeables.

 

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