CATALUNYA: DESDE LA
DISTANCIA CON AFECTO.
A veces se enjuician
desde la distancia hechos complejos a
los que se proponen soluciones simples que no son tales. Por ello disculpas por
anticipado al dignísimo pueblo de Catalunya desde la admiración que se le tiene
en Euskal Herria. El pueblo catalán y sus dirigentes están siendo ejemplares en
todos los sentidos durante el proceso de
gestación del referéndum del 1 O por la
honestidad de los dirigentes en el exilio y los que están pendientes de
sentencia en el Procés. Ambos
acontecimientos suponen un motivo de
legítimo orgullo para el pueblo catalán
y así lo valora el pueblo vasco. Pero, visto desde la distancia, produce cierta
tristeza constatar que por influencia de los poderes fácticos y los agresivos medios de propaganda al servicio del estado se
ha provocado un ambiente de enfrentamiento y tensión entre los partidos y
grupos políticos que han asumido la
responsabilidad de orientar al pueblo catalán a lo largo del complejo
desarrollo del proceso que tanto está contribuyendo a dinamizar la conciencia
nacional de la ciudadanía. Se echa de menos que en estos momentos de tanta
trascendencia no predominen unos criterios que centralicen los elementos nucleares del
plan de autodeterminación que está debatiéndose. En el momento presente es
imprescindible la unión de la fuerzas soberanistas, sea cual sea su ideología,
pues el objetivo sería superar la presión que ejercen esos poderes fácticos en contra de los
partidos nacionalistas que buscan aplicar la fórmula de “divide y vencerás” que
es la técnica más elemental que ejerce el poderoso cuando carece de argumentos
y recurre a la argucia y la fuerza. El
pueblo catalán unido es invencible a pesar de todos los ejércitos, jueces, organismos
internacionales y grupos de presión. Los catalanes poseen la fuerza de la razón
de los organismos democráticos y tribunales internacionales que defienden los
derechos humanos. Una vez conseguido el
reconocimiento internacional como
nación soberana será hora de los matices
y de defender todas las ideas legítimas de cada grupo social o político. Pero sería falta de lesa patria dilapidar el valor más
importante que es la unidad de la nación catalana en estos momentos trascendentales.
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