NUESTROS JUECES SE HUMANIZAN
Dura lex sed lex. La población que no sabe
latín quizá no lo entienda, pero siempre han sido los jueces los que nos lo han explicado empíricamente,
sobre todo los que han tenido que sufrir
un juicio. Esa sensación de dureza tuvo su vigencia en épocas felizmente
pasadas: ahora se han humanizado y los
juicios son episodios que se digieren con normalidad gracias al trato benevolente
de los jueces. Son ya reiteradas las muestras del cambio de talante y ha sido el argumento para
demostrar que la justicia en España ha cambiado, muy a pesar del rigor de las
leyes y de los tribunales especiales. En el juicio más mediático conocido
popularmente de las “Tarjetas Black” los
jueces muestran su sensibilidad y respeto a los enjuiciados especialmente a la
hora de redactar las sentencias. A pesar de que a Blesa y a Rato la fiscalía
les pedía fuertes penas de prisión, las sentencias impuestas se reducen a la tercera parte de las
peticiones del fiscal. Dado que superan los cinco años es habitual que deban entrar en prisión a
pesar de que tengan todos los derechos de recurso. Ambos condenados así lo
hacen y la sala Cuarta de lo Penal de la Audiencia Nacional les exonera de la
pena de privación de libertad argumentando su “comportamiento intachable y
cabal”” y otras alabanzas. El fiscal Horrach actúa durante el juicio del Caso
Nóos como si fuera el abogado de la Princesa Cristina, quien es declarada inocente
a pesar de las evidencias en su contra. A
Urdangarín se le reduce la pena desde los 19 años que pedía el fiscal a
seis; no se le retira el pasaporte y puede seguir viviendo en Suiza con su
augusta esposa, pendiente del recurso presentado ante el Supremo. La lista de
sentencias “amables” que se están
emitiendo últimamente por los jueces que administran la “Dura Lex” son menos
conocidas, pero muestran que en nuestra Justicia existen dos tipos de
interpretaciones: una para la ciudadanía del común y otra para la aristocracia
y poderosos ante la que el adagio latino tiene otro significado y que es la que
prestigia a nuestros jueces y fiscales.
No tendrían nada que
reprocharles al respecto los tribunales internacionales para que la justicia en
España aplicada a los poderosos no
parezca una parodia?
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