BREXIT: LA U.E. DEBERIA
PONER LAS BARBAS A REMOJAR
Es sabido que los ingleses
han sido siempre ganadores y que han sabido abandonar el barco a tiempo en caso
de peligro y arrimarse al sol que más
calienta pues consideran a Europa su back yard. Por eso sería muy prudente que
los políticos europeos miren a los ingleses para deducir hacia dónde hay que
remar para seguir a flote en caso de naufragio del exótico experimento que es la UE. Algo
que en Europa se intuye con alguna claridad, no total, pues
para ser capaces de analizar el futuro con eficacia hay que ser inglés, lo que
no está al alcance de españoles, franceses o alemanes. Supieron congeniar con
sus enemigos cuando sus colonias americanas, a las que dominaron y masacraron Y,
vislumbrando que las perdían, se convirtieron en sus aliados y han sacado réditos
como amigo del Gran Hermano al que han pulido su tono de nuevo rico a cambio de
cierto “english style”. Ahora escapan de
la UE porque no han logrado imponer sus peculiares condiciones para ser su lider carismático, cobijándose en los brazos
rudos y poderosos de los yankees. Su
salida es una lección de diplomacia de la que son maestros, unida al rigor y pragmatismo con el que han conseguido dar un
nuevo look a su imperio, ahora con otras formas más eficaces y menos ostentosas
que cuando atacaban con su Navy , sus RAF en tiempos victorianos. Abandonan la
UE en trance de volver a las épocas de
tensión entre los países “gallos” que siempre se han estado peleando para
demostrar quien escupe más lejos. De momento ya ha provocado a España con
Gibraltar enloqueciendo a la patriótica prensa en defensa del símbolo nacional. Bruselas
asegura que negociará fuerte y que no admitirán imposiciones. Pues a juzgar por
las experiencias, parece una fantasía que una organización tan inútil, que va
de fracaso en fracaso, sea capaz de imponerse a hábiles negociadores, teniendo
además detrás a los EEUU y el rechazo de la propia ciudadanía europea harta ya
de cuentos de pájaros y flores de políticos que sólo se han preocupado por
crear una burocracia inútil y bien retribuida, traicionando los principios
originales sobre los que se basó la construcción del ilusionante proyecto de
desterrar la pasión de Alemania por las
guerras y el papanatismo francés, y evitar de nuevo el acceso al poder de las
ideologías fascistas, ahora en trance de lograrlo.
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