¿EL CRIMINAL NUNCA GANA?
Este era el título de una
serie televisiva que constituye la última esperanza para los inocentes. Aunque es
más un deseo que la realidad, a juzgar por el panorama que ofrece la justicia
en este país de pícaros. Porque a la vista de defraudadores, corruptos o los políticos que
nos gobiernan, tal afirmación podría considerarse un sarcasmo que ofende la sensibilidad de la
ciudadanía. Desde el sainete que supuso el proceso de la Transición hasta el actual panorama en el que
se halla empantanado el país, es una secuencia ininterrumpida de engaños y
fantasías con las que los políticos han mantenido al pueblo en Babia sin que nadie pida disculpas y menos,
que se se les juzgue y exijan
responsabilidades. Sería prolijo detallar los casos múltiples de enriquecimiento
ilegal, de juicios amañados en los que los poderosos logran dilatar las
sentencias y cuando se publican son tan benévolas que hasta divierten a la ciudadanía.
Todo el sistema judicial, económico, policial y educativo se ha convertido en
un pozo pestilente que ha sumido a la población en un escepticismo que ha
desvertebrado el país, mientras los golfos saltan del barco al grito “sálvese quien pueda”. Argumentan los que
se han aprovechado del desorden
intencionadamente provocado y que se han apropiado de las instituciones, que crecemos
más que los demás, creamos más empleo que todos los demás países de la
UE. Los más cínicos afirman que la justicia se va imponiendo, pues tarde o
temprano los que se han enriquecido con fondos públicos van apareciendo ante
los jueces y pagan por sus delitos. Es un punto de vista que puede defenderse
si se compara con lo que acontecía en el franquismo, a pesar del intencionadamente lento proceso que
imprimen los jueces y que a veces sentencian in articulum mortis. Incluso se
homenajea a banqueros, militares golpistas, periodistas devenidos súbitamente
en demócratas.. Cierto que los Bárcenas, Rato, Aguirre, Urdangarin, Monarquía
y los implicados en Gürtel, Nóos y todos
estos casos grotescos tan mal urdidos,
pensaban que “todo está atado y
bien atado”, deberán soportar la ignominia de visitar la cárcel . Eso siempre
será terapéutico, aunque los realmente protagonistas continúan impertérritos y sin miedo a tener que aparecer
ante los jueces convenientemente domados.
Perry Mason nos engañaba en sus juicios tan ejemplarizantes.
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