EL TIMO DE LAS ENCUESTAS EN
ELECCIONES
Al convocarse elecciones se inicia
la fase obsesiva de contratar encuestas a expertos para conocer sus expectativas de voto. Tienen
un considerable coste, porque, además, deben repetirse continuamente durante la
campaña para analizar tendencias por si
es necesario modificar las líneas maestras, slogans o las expectativas de los competidores. Es proverbial el bajo índice de
acierto de las encuestas respecto de los
resultados reales. Las desviaciones son sistemáticas y significativas, y los aciertos
casuales. Los expertos afirman que sus predicciones se basan en técnicas
y sistemas científicos, lo cual es cierto en las inferencias sobre el trabajo
de campo, pero la fase de “cocina” no deja de ser un brindis al sol dado que se
basan en elucubraciones subjetivas de los analistas para que las encuestas arrojen
los resultados que interesan al que las encarga y paga. Por eso, conviene
mandar una aviso de precaución al PNV en las encuestas recientes de Focus y CIS,
pues le dan como ganador en las
elecciones del 25 S. Sus jelkides deberían reflexionar y tomarlo como una premonición de desastre, ya que es
probable que no logren los resultados que le vaticinan habida cuenta el
nivel habitual de error de sus predicciones. Porque cuando se conocen los
resultados reales vienen las sorpresas, lamentos, las disculpas y justificaciones de los
expertos responsables, cuando ya no hay remedio. Veamos algunas referencias que
aconsejan prudencia: BREXIT:, según los
pronósticos, era seguro que el Reino
Unido se mantendría en la UE. Ahora,
vistos los resultados, los que confiaron
en las encuestas no saben cómo digerir
el marrón. Trump era el histrión marginado en las encuestas: ahora es candidato
republicano a la presidencia de los EEUU. En España, Podemos, arrogante, daría
el “sorpasso” al PSOE, según todas las encuestas. Ahora está rogando a Sanchez que les llame para formar un “gobierno
de progreso”. Por eso, sería conveniente que el PNV sea prudente y despierte del éxtasis que le pueden haber provocado
las encuestas optimistas. Que huya de la
maldición de los vaticinios de ganador, no sea que, siguiendo la tradición, se
convierta en víctima de los delirios de los
expertos. Es una gran osadía pretender
asegurar ser capaces de
interpretar en cifras la mente del ser humano que está sujeta a variables por
naturaleza incontrolables.
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