EL JUEZ MARCHENA EN
EL LABERINTO DEL FAUNO.
Los jueces españoles tratan de dar
imagen de que imparten justicia en nombre de Dios y consideran a la ciudadanía
vasallos que tienen que aceptar sumisamente sus sentencias.
Don Manuel es el presidente del tribunal que juzga el Procés catalán que le va
a exigir hacer equilibrios si quiere realmente dar un escarmiento a los independentistas
catalanes y vascos, pues se sabe vigilado de cerca por las instituciones
europeas y al mismo tiempo tiene que
cuidar las formas, pues la sentencia condenatoria que ya
tiene redactada el Supremo, será
recurrida ante el TEDH y con seguridad
revocada, con las consecuencias de todo
orden. Aparte tiene que asumir el episodio grotesco que le llevó a dimitir de
Presidente del Supremo “in pectore”
porque los del bipartidismo le engañaron como a un niño, pues filtraron su nombramiento antes de estar constituido el
nuevo Consejo del Poder Judicial, entre cuyos vocales debería ser elegido. Además,
la opinión pública española y mundial está alborozada ante un affaire de corrupción digno de Gran Hermano. Una hija suya ha sido
nombrada fiscal del Supremo por el Fiscal Navajas, quien a su vez llegó al cargo
apoyado por Marchena. Según información el puesto le ha sido otorgado sin tener derecho, porlo ues otros opositores con
calificaciones superiores han presentado la causa ante los tribunales. Por
tanto, y en síntesis, una hija de Marchena, Presidente del tribunal que enjuicia nada
menos que el caso de una parte de España
que quiere independizarse, está acusada
ante los tribunales. Marchena ha sido elegido presidente del citado tribunal en
base a criterios políticos ajenos a principios de derecho constitucional.
Humillado, se ha visto obligado a
renunciar a la Presidencia del CSPJ y del Supremo porque el portavoz del PP en el Senado había
publicado que “podría manejarle por la parte trasera en el caso del Procés” Por
ello su actitud en las sesiones del procés se muestra extrañamente cuidadoso en
las formas aceptando todas las peticiones
de orden de los abogados de los
acusados. Marchena debería implorar la presencia
del Espíritu Santo para encontrar la salida del laberinto.
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