DE BILBAO DE TODA LA VIDA.
Al margen de lo que tiene de txirene el conocido localismo, la realidad es que Bilbao ha experimentado una gran metamorfosis, desde cuando era un pueblo sucio, con calles embarradas y carros de caballos cuyos excrementos formaban parte del paisaje, con una actividad frenética; ahora se ha convertido en una joya en todos los sentidos: limpieza, nuevo diseño urbano , edificaciones originales que es la transformación del antiguo puerto fluvial en la Ría en el Arenal y La Campa de los Ingleses, hoy es el elegante Paseo de Uribitarte en el que , entre otros edificios notables, sobresale el Museo Guggenheim, y cerca El Bellas Artes. También el nuevo San Mamés, donde el Athletic ha dado a los bilbaínos tantos éxitos por su estilo de juego y por el orgullo de su tradicional filosofía al contar exclusivamente con jugadores “bertakoak”, ídolos de l bilbaínos y bilbaínas y que ha contribuido a popularizar el nombre de Bilbao y Euskadi. Se ha transformado en una urbe de dimensión ideal, equilibrada en todos los sentidos, no sólo en lo urbanístico; con el Metro diseñado para ofrecer al bilbaino y al forastero que lo visite una estancia feliz. O navegar desde Santutzi a Bilbao por toda la Ría en el “Txinbito”. Pero, además, es un referente cultural reconocido en el mundo, pues el Euskalduna Jauregia tiene su programación anual cubierta. La ABAO-OLBE celebra festivales de ópera cuyo prestigio es reconocido universalmente. Su Ayuntamiento es tan singular, que carece de deudas, de ahí su gran capacidad inversora y saneado patrimonio. Los “txikiteros” la llaman el “botxo” porque está rodeada de montes que le dan imagen de un florero; con Artxanda que es su mirador al que se asciende en el “funi”. Quien desee compartir con los bilbaínos su afición al montañismo, Pagasarri le espera; es su pulmón. Para los aventureros, los 999 metros de Ganekogorta es un reto. Pero lo más valioso es su gente. Despedirse de ellos tomando unos “txikitos”. Y de Bilbao, al Cielo.