“OCURRENCIAS” MUNICIPALES PARA FINANCIARSE
Son astucias para recaudar y popularizar nuestras ciudades y pueblos porque el sistema impositivo centralizado depende de Madrid y a los municipios se le ha dejado autonomía financiera suficiente solo para aumentar el número de municipales que no hacen otra cosa que hacer sonar la sirena en sus elegantes patrulleras. Los alcaldes se han creado redes de intereses@ a los que subvencionan o desgravan como sea, y todo a costa de subir los impuestos todos los años y de “ocurrencias” de todo género que tratan de justificar con argumentos entre pintorescos y directamente facciosos. Ya saben los ediles que la reacción popular ante los aumentos fiscales son como la gaseosa, mucha espuma, pero se soluciona con la “fiesta perpetua”, subvencionando al sector hostelería y permitiendo que invadan las aceras con chiringuitos. Han inventado las Viviendas de Turismo para aumentar los ingresos a pesar de que supone invadir los espacios populares de las ciudades y pueblos para acoger al turismo, aun a costa de la presión a los nativos que tienen que sentirse felices cuando el alcalde publica las cifras de visitantes que sólo provocan incomodidades para beneficio de los sectores que son signo tercermundista que sufre graves crisis periódicas. Uno se siente indefenso ante la presión fiscal que se materializa en subidas de la OTA a base de argucias como eliminar la pausa de mediodía, las multas no cesan de crecer, los servicios públicos se deterioran, los municipales cada vez son más agresivos y sin educación y es el propio alcalde quien sale en defensa de sus excesos con argumentos que rayan en la chulería. La obsesión de obras nuevas no cesa porque se urbanizan nuevos paseos por lugares exóticos, como montes a los que se da accesos a vehículos. Ahora el furor de los alcaldes son los vehículos en los cascos urbanos a los que se multa implacablemente e imponen , limitaciones de accesos y la actuación implacable de la grúa. Sin embargo, los lugares públicos están cada vez más contaminados con las heces de los perros a los que se protege más que a los pocos niños que nos alegran la existencia en las calles. .
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