viernes, 3 de septiembre de 2021

POLICIA NO: PROTECTORES DE LA PAZ

 POLICIA NO: PROTECTORES DE LA PAZ.

Suena ya a costumbre la reacción popular cuando se produce un crimen  del macho que ejerce  su dominio sobre su compañera a la que  agrede por abandonarle por  falta de amor  o por   malos tratos o humillaciones. La autoridad  convoca al pueblo a guardar  cinco minutos de  silencio ante el ayuntamiento. Incluso a  manifestaciones espontáneas condenando el machismo. Todo ello transido de  patetismo, pero trascurrido el impacto emocional, en breve  vuelve la rutina pensando  que así  se ha  hacho justicia y que serán los jueces y la policía los se responsabilicen de  lo que supone  recuperar la paz.  Pero  en la ciudadanía  concienciada queda la sensación de impotencia, pues siempre  se teme una  nueva víctima.  La ciudadanía está harta de la ineficacia de tanta  policía que tiene tan alto  costo económico  y que se   limitan  a  capturar al asesino y llevarlo ante la justicia.  Pero con la conciencia de que  policía y tribunales se hallan todavía en la fase represiva del crimen, no en la preventiva que sería  lo eficaz y no que se produzcan  muertes aunque se detenga al  criminal.. Hay que cambiar radicalmente la filosofía de la acción policial, algo improbable, porque su prevención esta encomendada a cuerpos policiales y militares  preparados para el uso de la fuerza  y que  actúan a posteriori de producirse el delito, por tanto el resultado   es irreversible y sólo tiene el efecto punitivo.. Hay que cambiar el modelo encomendando  el sistema a expertos en psicología y opuestos a ultranza al uso de la fuerza que  limita la capacidad deductiva en   prevención de  hechos mortales. Se requieren  especialistas que conceptualmente  sean  “protectores de la paz” en contraste con la visión represiva que opera sobre hechos consumados. Es en euskara el término  “ertzaintza”, que equivale

 a   “protector”, Realmente la policía vasca debería  cambiar la filosofía  de  su  servicio a la comunidad y ello sólo es posible si se eliminan de  su formación  conceptos como  fuerza y violencia e incorporando agentes con formación de   psicólogos sin armas y altamente cualificados en  solución de conflictos. Pero este cambio sólo es posible en un sistema en el que realmente  la  justicia sea   democrática.   

 

 

 

 

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