viernes, 9 de abril de 2021

CULTIVAR LA VIRTUD DE LA INSIGNIFICANCIA

 

CULTIVAR LA VIRTUD DE LA INSIGNIFICANCIA.

Leyendo el libro de Ismael Landry-Vega “Filosofía pesimista: La insignificancia del ser humano”, uno se siente pacificado y  reconoce  que el ser humano  es feliz cuando es consciente de su pequeñez, que  lo que realmente le   hace  pesimista  es la búsqueda permanente y  enloquecida del éxito porque nunca lo logra.  Viene a cuento  esta disquisición a la vista de las lecciones  de los políticos.  Tony Cantó  nos da una muestra de ese tipo de  poquedad que inexorablemente le persigue. Se sentía arrinconado  de la política, pero al   pasar por  Génova 13 le meten en las listas electorales. Personalidades  que quieren dar imagen de naturalidad como si fuera una virtud, que  es sólo  señal de su irrelevancia:  el general, el obispo, el director de un hospital, el  presidente de comunidad autónoma que   se cuela para vacunarse sin que le corresponda para evitar riesgos: qué banalidad. La imagen de Pablo Casado cuya ejercicio diario es  llamar la atención en los medios, aunque sepa que cada aparición en público contribuye al  protagonismo del día que se disipa como el humo. Produce morbo la aventura   de los creadores de opinión al servicio de los  líderes de los partidos para  recopilar basura  contra Pablo Iglesias, pues el de Podemos va siempre un paso por  delante. Merece la pena la  erótica de García Ferreras, Ana Pastor o Carlos Herrera para mantener la audiencia  inventando  fake news. Mientras, eldiario.es, Publico, GARA, BERRIA y los escasos periodistas  honestos que cumplen con su misión de informar  malviven entre juicios y condenas de jueces que se pasan de los   tribunales  a  partidos como pavos reales. “Qué polvareda levantamos. La hormiga al elefante”. Cuento árabe sobre la vanidad.

 


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