miércoles, 25 de enero de 2017

PAGAR IMPUESTOS JUSTOS, OBLIGACION MORAL



PAGAR IMPUESTOS JUSTOS, OBLIGACIÓN MORAL
Según informes de la UE, la presión fiscal efectiva en España es seis puntos porcentuales inferior a la media de la UE 27. Siendo en 2013 el PIB  1,393 billones de €, esa diferencia de presión supondría unos 84.000 millones que no se recaudan. Si, además, según estudios solventes, el fraude fiscal estimado está entre los 45.000  y 90.000 millones, es obvio que si España estuviera en la media  de presión fiscal y se combatiera realmente el fraude, se podría  evitar el grave impacto  en los servicios sociales que afecta a la población más vulnerable.  Ese es el efecto positivo de los impuestos elevados y justos en otros países con gobiernos honestos. En realidad, los tipos impositivos en España son equivalentes a los de la UE, pero la corrupción, el amiguismo y la ineficiente inspección resulta que  la recaudación no se corresponde con la que debería. Por tanto, no son los tipos los que tendrían que elevarse, sino  perseguirse con rigor y ejemplaridad la evasión fiscal, pero no tanto al que tiene que hacer equilibrios para supervivir, sino al delincuente “white collar” que tiene su patrimonio en paraísos fiscales y, llegado el caso, Hacienda les favorece con amnistías. Sin olvidar el elemental silogismo fiscal: como el gobierno tiene que recaudar para atender sus compromisos, si no lo  exige a quienes se debe, tendrá que  esquilmar a los que no pueden evadirse. Hay que actualizar  la estructura impositiva bajo el principio  de la capacidad económica. Ese objetivo se materializa potenciando los impuestos directos, que operan en función de las circunstancias personales del contribuyente. Los indirectos deberían rebajarse en tramos para las rentas inferiores, lo que supondría una reducción de la presión para esos colectivos. Así pagarían más los que ahora lo eluden porque saben torear a los inspectores o  amenacen con llevarse sus fortunas a otros países más “benévolos”, fiscalmente. La solución  es muy elemental y poco que inventar; lo arriesgado es atreverse a implantar un sistema fiscal moderno,  progresivo y justo para que el  coste de los servicios públicos sea soportado con equidad. En Euskadi y Nafarroa, según estudios de organismos independientes,  la presión fiscal es superior a la española a pesar de los “argumentos objetivos” de los prestigiosos “catedráticos centralistas”  y de Montoro, que consideran  el Concierto y el Cupo privilegios.

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