LOS PROBLEMAS DE IDENTIDAD DE LOS ECONOMISTAS

LOS PROBLEMAS DE IDENTIDAD DE LOS ECONOMISTAS. Como está sucediendo en otras profesiones la tecnología les está limitando su área de acción, pues las funciones clásicas que les ocupaban las realizan actualmente con mayor precisión y rapidez programas informáticos. Además, constatan que otra función básica suya consistente en optimizar los tradicionalmente escasos medios financieros y cuya solución suponía a veces la supervivencia de las empresas, ha perdido relevancia. Actualmente a causa de la “financieración” de la economía, neologismo para denominar el fenómeno del dominio del factor financiero sobre el industrial, los sistemas económicos modernos solucionan las crisis crónicas mundiales causadas por la insuficiente financiación, se opta por la política opuesta: inyectar al sistema masas ingentes de liquidez que ha permitido a la banca gestionar la política económica de amplias zonas económicas universales, relegando la industrial en un limbo porque erróneamente se piensa que todo lo soluciona el dinero. Un conocido comentarista francés criticaba la terapia de algunos médicos que aconsejan beber todo el agua posible, como si no tuvieran nada que ver los riñones u otros órganos para digerirla. Las masas  de tesorería a tipos de interés incluso negativos han desincentivado la eficacia de su gestión que se ha orientado a la especulación y operaciones militares estratégicas que han arruinado los sistemas económicos de zonas geográficas para apropiarse de sus recursos vitales. Lee Iacoca, conocido estratega que salvó de la quiebra a Chrysler, afirmaba “tengo a mi disposición infinidad de economistas cuyas funciones me las pueden realizar auxiliares, pero me faltan otros capaces de prevenir con seguridad lo que va a acontecer en el futuro para actuar en consecuencia. Realmente debe ser muy difícil en vista de los frecuentes  errores y revisiones de las expectativas de Chus Montero, la castiza Ministra de Hacienda española, el Consejero del Gobierno Vasco, la Presidenta del FMI o el del BCE que se ven obligados a corregir en cada informe las previsiones porque parecen afectados por su estado de ánimo o si están o no sobrios al emitirlas. Realmente hay carencia de profetas y sobran expertos que explican las causas de los errores de las previsiones.