JUEZ LLARENA.: EL AGUACIL AGUACILADO
El órgano supremo de
los jueces, el CGPJ publica una nota declarando
que “ Es difícil considerar que pueda existir una actuación que vulnere de
forma más flagrante y burda la
independencia de un magistrado español”.
Es la respuesta a la petición de amparo del juez Llerena ante la citación a declarar de un magistrado belga, quien le acusa de vulnerar la presunción de inocencia del
expresidente de la Generalitat, Puigdemont.. La contumacia de la justicia
española raya en lo patológico, pues parece que se quiere provocar un conflicto internacional de consecuencias incontrolables y que exista
algún demonio que incite al CGPJ a enfrentarse a los organismos judiciales de
todos los países europeos. O que quieran defender lo indefendible y que tienen
perdida la partida, tal como se cura en salud la Ministra de Justicia al
reconocer que la situación con la que se
enfrentará el juez en Bélgica es “un poco complicada”. Y tanto: pues con
las declaraciones incendiarias del
órgano superior de los jueces, querer domar a la justicia de todos los países
europeos con amenazas va a ser considerado como el “sostenella y no enmendalla”, de “Las mocedades del Cid”,
de Guillem de Castro, nada menos que ya en el siglo XVII nuestro orgullo patrio
es pilar de nuestra justicia. Son las
consecuencias que se derivan de la
justicia del vencedor que permite que los jueces de órganos superiores de los
tribunales sean nombrados por los partidos según cuotas de diputados, por lo
que la separación de poderes de
Montesquieu y alardear de ser un estado de derecho puede parecer en Europa un sarcasmo. Alguien
debería aportar un gramo de sentido común
y se evite repetir el resultado del divertido drama de Quevedo para encontrar la salida del laberinto en el que se ha metido Llarena,
pues parece una ironía que el juez de
una causa en la que están involucradas
las máximas instancias del estado
termine declarando ante un tribunal
europeo acusado de falta de
imparcialidad. “Stultorum sunt plena omnia”. Ciceron.
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