PISA DESENMASCARA LAS
FANTASIAS.
Los vascos creíamos que en lo referente a enseñanza no teníamos nada que envidiar a
Finlandia, Hong Kong y países que son referencia
. Pero el maldito Informe PISA es un
jarro de agua fría que nos ha dejado helados. Sus resultados son objetivamente malos y lo peor
es que vamos a peor y nos superan muchas autonomías perdidas por ahí. La Consejera
declara asombrada que desconoce las razones de este fracaso y que los analizará.
O sea que no tenía conciencia de que el nivel de aprovechamiento y capacidad de
nuestra juventud es deficiente. Los que serán nuestros líderes. Como somos
tan ingenuos, creíamos que al dedicar un gasto tan elevado a la enseñanza, los
resultados deberían ser consecuentes. El problema reside en que el sistema de
enseñanza es muy deficiente, pero eso ya era sabido desde siempre: los planes
educativos han sido inconsistentes, se
han cambiado con cada ministro y la cultura no ha sido valorada en nuestra sociedad: padres que se
desentienden de los estudios de sus hijos, valoración competitiva del conocimiento
de los hijos, etc, etc. Pero la realidad es que el fallo proviene de una
deficiente capacitación de los profesores desde el nivel infantil hasta el
universitario,, pasando por el intermedio que es el crítico. No es que no sepan
las materias, es que no saben enseñar porque no se les ha exigido aprenderlo. Carecen de vocación, pues
el acceso al profesorado se basa en exámenes tradicionales de las diversas materias, pero sin evaluar su
capacidad para impartir conocimientos a los alumnos. La enseñanza ha sido considerada un puesto de trabajo. No se han analizado sus
capacidades psicológicas, de empatía, no tienen conciencia de que cada alumno
es único y no se les puede someter a
toda una clase a un programa único. Sobran materias de ciencias y exámenes y faltan psicólogos que
controlen continuamente los progresos de cada alumno. Los psicólogos no pueden
ser sólo un recurso para los problemáticos,
tienen que tener más presencia en las clases y reducir la de los profesores,
cuya misión es cumplir unos
programas y evaluar a los alumnos en
función de la lotería de los exámenes, un sistema aleatorio y temible al que se
somete a jóvenes y que de cuyos
resultados depende todo un curso. PISA
es un sistema de control objetivo que explica muchas de las deficiencias que acumula nuestra sociedad y
que demuestra a padres, profesores, expertos en enseñanza y políticos, que el
progreso como comunidad tiene que empezar por atribuir la máxima importancia a
la enseñanza. Deberíamos de valorar PISA como un instrumento objetivo que nos haga reflexionar.
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