jueves, 21 de agosto de 2014

UN APELLIDO VASCO



UN APELLIDO VASCO.

Mis pensamientos hace varios años

Estoy eufórico, he logrado lo que me parecía imposible  en la vida. Mi apellido es vasco y concretamente proviene de Gipuzkoa. No cabe ninguna duda, tengo en mi poder un documento oficial que acredita fehacientemente que mi estirpe es euskaldun y que adjunto como prueba de mi origen.
Siempre me he sentido orgulloso de ser vasco y lo he proclamado con oportunidad y sin ella,  me he preocupado de tener todas las características que así lo acrediten: he estudiado durante años y años Euskara, para, al final, poder decir que sé expresarme en nuestro idioma, aunque la verdad, me cuesta mucho y pronto me paso al castellano cuando  converso con euskaldunes. Poseo todas las costumbres y características de los vascos: llevo boina en invierno, soy montañero desde hace muchos años y tengo hechos todos los montes del Catálogo de Euskal Herria. He jugado a pelota, llegando a ser una figura, aunque  en aficionados. Era imprescindible que me casara con una que tuviera apellidos vascos. Así fue, lógicamente, aunque el resto de sus rasgos personales fueron un desastre que me llevó pronto a la separación por carecer de cualquier virtud característica de la mujer euskaldun, aunque tuviera todos sus apellidos vascos. Soy socio de un Txoko donde suelo ir a cenar con la cuadrilla de vez en cuando, aunque “only for men” Poseo una extensa cultura sobre la historia, geografía y literatura de mi tierra, siendo socio partícipe de una editorial que publica sólo temas vascos, en Euskara y castellano, para apoyar la cultura y popularizarme como un mecenas de las artes y las letras .Admiro los artistas vascos de todas las artes y épocas: en pintura conozco bien, tanto a los desconocidos como  los más selectos y de renombre universal, asistiendo a menudo a exposiciones en museos, tanto de Bilbao como del resto de Euskal Herria. Incluso me desplazo a otras ciudades del Estado cuando se celebra alguna exposición relacionada con algún artista  con  contenido vasco. En literatura vasca no puedo negar que soy un erudito, pues estoy suscrito a infinidad de revistas y colecciones vinculadas a temas nuestros. Como es lógico, me gusta la ópera y soy socio de la OLBE (Es el nombre de la ABAO en Euskara) y también soy socio entusiasta de las orquestas vascas de primera fila.  Me enorgullezco de ser seguidor del Athletic en primer lugar, pero mis simpatías van también  a la Real, al Osasuna y desde hace poco al Eibar. En todo caso debo manifestar que el futbol me aburre, pues tiene muy poco de deporte y demasiado de espectáculo y me siento decepcionado de la mayoría de jugadores vascos, pues, aunque siempre manifiestan ser patriotas y eso les imprime un plus de entrega a los colores que entusiasma a los aficionados, la realidad es que todos están en disposición de marcharse a ligas extranjeras donde les pagan más si tienen la oportunidad, lo que supone para mi una cruel decepción al comprobar que son tan peseteros como los españoles y americanos. Evidentemente defenderé siempre que los jugadores del Athletic deben ser siempre nacidos en Euskal Herria. Si esta norma se aboliera, sería el primero en darme de baja y de no volver a San Mamés más. .Por supuesto que veo las regatas de traineras, que son la expresión genuina de nuestra idiosincrasia. Suelo ir a los campos de regatas  en directo y gozar del ambiente euskaldun que reina entre la muchedumbre, aunque reconozco que no se logra ver nada y que por la ETB es mucho más interesante  la información que  dan  los comentaristas es muy ilustrativa. Pero asisto  como un acto social para proclamar mi adhesión a una manifestación autóctona nuestra. Mi pasión se extiende hasta límites difíciles de explicar sin dar la sensación de fanatismo: a pesar de ser economista y haber tenido experiencias importantes profesionales y que he jugado en bolsa porque me parecía un medio selecto de participar  en ambientes de  sociedad, siempre he pensado que para ser vasco de pedigree había que entender y hablar con naturalidad de finanzas, jugar en bolsa y llevar en la mano el Boletín de  Bolsa. Pero es que además, mis valores predilectos eran los del Banco Bilbao, el Vizcaya, Iberdrola y otras más, aunque en realidad, hubo una época en la que todos los valores que se cotizaban en las bolsas españolas eran de empresas y entidades financieras vascas, pues siempre hemos ido por delante de la economía de España y les hemos enseñado a crear, administrar y ganar dinero en sus empresas. No quiero ocultar que comprendo que dichas empresas vascas son tan trapaceras como las del resto del Estado y las del mundo, pero quiero que cuando se hable de ellas, sea un homenaje a nuestra Aberria.
Ideológicamente soy vasco en todos los aspectos que sirven para definir una identidad, pero con un marcado tono internacionalista, considerándome socialista bastante radical porque valoro la justicia social y porque el Estado debe asegurar los derechos básicos a la ciudadanía, sobre todo a la más indefensa y vulnerable, por lo que también defiendo una fiscalidad progresiva y que se sancione con rigor, pero con arreglo a las leyes, a los que defraudan o son corruptos. En este sentido no defiendo en absoluto a nadie, por muy vasco que sea. Para mí no se es  auténtico vasco si no se cumple con sus deberes comunitarios y humanitarios o se aprovecha de los demás por su inteligencia o por medio de subterfugios y engaños. Es la manera más evidente de mostrar que soy un vasco genuino: la honestidad, cumplir la palabra dada y sentirme solidario de los necesitados.
Debo manifestar sin rubor que tengo una inteligencia bastante limitada: no tengo inconveniente en declararlo porque es lo que me dio la naturaleza y no puedo fingir pues es inútil y no sirve de nada, además, como luego expresaré, esta limitación me ha aportado momentos de gloria. Si, me costó mucho terminar una carrera universitaria, que a base de suspensos, aprobados raspados y  de copiar en los exámenes, hacer chuletas y de estudiar como un loco desde el primer día de curso hasta el último, logré el título superior, lo que me pareció extraordinario, pues nunca pensé que tendría capacidad para algo tan difícil y tan lejos de mis capacidades. Es cierto que  me costó mucho también porque no sabía estudiar con orden y porque mi eterna curiosidad por ampliar mi cultura me llevaba a derivar hacia temas colaterales en las asignaturas interesantes, de manera que en cualquier tema baladí, me enfrascaba en otros ajenos al tema principal que me ocupaban el tiempo de dedicación a la asignatura, pero me permitió ampliar mis conocimientos sobre los temas hasta unos niveles que casi me hacía aparecer como un erudito en los  que profundizaba.
Además,  mi afán de ampliar más y más mis conocimientos y la convicción de que tener una formación amplia y polivalente eran la base para el éxito de un profesional que va a tener responsabilidades en una empresa. Por ello mi pasión fue viajar desde joven, pero con la intención de conocer nuevos horizontes, quería trabajar para ganarme la vida durante los veranos valiéndome de mis propias fuerzas y aprender el idioma del país que visitaba. Así fue que logré hablar con bastante fluidez los idiomas más útiles. Por eso, a los que  critican a los vascos de pueblerinos y de tener orejeras que nos limitan el campo de visión, les pongo ante la evidencia de que como vasco puedo presentar un curriculum profesional y cultural mucho más completo que los que se permiten el lujo de criticarnos a los vascos con argumentos que ponen de manifiesto la falta de profundidad en sus razonamientos y algunas otras “virtudes” que por pudor prefiero no poner sobre el papel.
Como es lógico, mi supermercado habitual para avituallarme de artículos de consumo cotidiano es EROSKi. Dado que no quiero engañarme, debo manifestar que sus precios son bastante caros y la calidad tan mala como los demás de la competencia. Pero como es una cooperativa, tiene su sede en Arrasate y las dependientas deben saber Euskara, pues soy capaz de poner en  mi escala de valores aspectos sentimentales por encima de los materiales y de oportunidad. Además, cuando se emitieron títulos preferentes compré de dicho Supermercado y también de FAGOR, pues ser cliente de EROSKI es una razón más para sentirme comprometido con el progreso de mi patria. No obstante, además, como soy cliente, por  haber invertido en de dicho bonos, me hacen un descuento  del 5 % en todas las compras que realizo. Pero las noticias económicas de ambas entidades son muy negativas, pues FAGOR se ha declarado en quiebra y por tanto, mis participaciones valen cero. Las de EROSKI han perdido el 90 % de su valor, por lo que por lo bajinis me suelo despachar contra los gestores que han llevado a la ruina ambas empresas y mis participaciones se han quedado sin apenas valor. Pero me cabe la disculpa de que Madrid siempre ha sido hostil con el movimiento cooperativo vasco y se ha dicho que no les ayudó a salir del apuro, cuando a otras empresas españolas con menos posibilidades de supervivir  se les ha ayudado.
Precisamente la historia de haber descubierto que tengo un apellido vasco se origina al ir a hacer la compra a EROSKI.

Mi deuda moral con EROSKI.

La historia es esta:
Recientemente, al entrar con el carro para hacer la compra en el hall donde se difunde la publicidad y ofertas espaciales,  una chica joven que estaba delante de un ordenador, frente a la puerta de entrada tratando de atraer la atención del público, se me acercó para ofrecerme algo, aunque soy muy cuidadoso en no aparecer formando parte de las masa y no suelo hacer caso a los reclamos publicitarios que habitualmente son engañosos.  Pero como era en EROSKI y la chica era euskaldun, pues acepté que me diera las explicaciones sobre su oferta. Me pregunta cual es mi apellido. Ante esa cuestión que juzgué indiscreta le respondí negativamente pues era un asunto privado. Ella se las ingenió para acercarse a una señora a la que le preguntó su apellido. Se lo dijo, pues era la típica “Maruja” que pulula por todos los centros comerciales. Lo puso en GOOGLE y apareció el apellido con un repujado muy barroco escrito en una especie de pergamino en el que se mencionaba la historia y detalles del apellido: su origen y un escudo policromado que era el que pertenecía a la “comadre”, ante la admiración de ésta. La chica le dijo que era gratis, aunque si quería que le hiciera una fotocopia en un papel de calidad, debía de abonar 7 €. Me pereció divertido y le dije el mío para que me enseñara la historia de mis antecesores.. Le pone en GOOGLE y sale la imagen del pergamino artístico, con un detalle literario con expresión jurídica algo empalagosa e inexpresiva,  y con un escudo de armas. Me lo enseña y le dije que lo sacara en fotocopia, para lo que le entregué los 7 €. preceptivos. Me sentí ridículo por haber aceptado ser la víctima de la clásica sacacuartos a los ingenuos que tenemos mucho de narcisos. Pero es que debajo de mi apellido, ORCAJADA, ponía resaltando: Gipuzkoa. O sea que habían dado en la diana. Además de vasco, gipuzkoarra. Salí del Super y me puse a leer el pergamino  con fruición:  lo que decía era sublime: no voy a detallar aquí todo el contenido, pero lo principal era que soy originario  de Gipuzkoa. Que nuestros antepasados están catalogados desde el año 1300, que proveníamos de una familia noble, que habíamos luchado con fiereza a favor de los reyes vascos. Que vivimos en una casa señorial y que posteriormente la saga se extendió por toda la geografía española como caballeros de armas luchando para diferentes señores y reyes, tal cono era habitual entre los nobles vascos. Curiosamente no dice en qué pueblo o ciudad estaba nuestra fortaleza de nobles. Quizá éramos ya en aquellos tiempos tan cosmopolitas, que teníamos varios castillos en diversos lugares no sólo de Euskal Herria, sino también en Castilla, Aragón y otros reinos en los que éramos considerados como señores aristócratas.
Como al inicio afirmo, me siento verdaderamente honrado al haber logrado encontrar fundamentos sólidos que acreditan mi origen vasco. Aunque no tengo ninguna intención de investigar la realidad o si es sólo una de las muchas maneras de crear ilusiones vanas entre “parvenues” que buscan como sea poner en la historia familiar siquiera un mínimo toque de nobleza y dignidad,. Aunque sea inventándose toda una genealogía. No es mi caso, pues tengo la plena certeza de que mi estirpe está suficientemente explorada, aunque por si acaso, prefiero no darle vueltas, no vaya a salir por ahí que tuvimos algún antecesor que fuera un ladrón de caminos y estuviera encarcelado por algún crimen o por vivir a imagen de El Lazarillo de Tormes.  Además, tengo la intención de ir cambiando poco a poco para que no se note, la letra C de Orcajada por la K y así, pues hacerlo aun más vasco. También tengo en proyecto cambiarme el apellido por su traducción en Euskara. Esta es: ZANGALATRAU y HANKALATRAU. Reconozco que me da un poco de vergüenza, pues en mi familia política la pasión por la nobleza sobrevenida llegaba a situaciones que me hacían sentir ridículo, aunque a ellos les suponía elevarse al séptimo cielo en la escala social. Por eso, no me atrevo por ahora, quizá si se produce algún acontecimiento especial, que me cambie la vida, me decida incluso a traducir el segundo apellido, pues no sería muy complicado llamarme GASTELUKOA, del Castillo.
Como siempre me ha tirado la heráldica si sirve para dar un toque de nobleza a mi estirpe, me enorgullezco de que el apellido DEL CASTILLO sea terreno abonado para darme un baño de historia en la que pueda demostrar la pureza de mi sangre, tanto por noble, como por vasco. Por eso, hasta que he tenido esta vivencia maravillosa de descubrir que ORCAJADA  es vasco, he dado lustre y esplendor a mi genealogía uniendo ambos apellidos, así es que siempre firmo en todos los documentos y colaboraciones literarias  ORCAJADA DEL CASTILLO. Es innegable que tiene gancho y un toque aristocrático y que muchos les cuesta disimular la envidia y el escozor que producen entre mi entorno estos dos nombres unidos: ORCAJADA, por ser desconocido y con cierta sonoridad, aunque ahora queda más dignificado aun con la certeza de ser vasco. Por parte de DEL CASTILLO, el simple hecho de mencionarlo en voz alta ya posee un toque de nobleza y  señorío. Pero, si ello significa que soy del castillo, o sea, el propietario del castillo, el señor de vidas y haciendas del castillo. Así es que mi genealogía ahora tiene los dos ingredientes clave como para ser digno de buscarme y ponerme algún un título nobiliario. Quizá uno de Conde, de Barón, de.Nagusia…, en fin, sería capaz de llevar con dignidad cualquiera y estoy convencido que mi categoría social reforzada por un título nobiliario y con los ingredientes de ser vasco y de una antigüedad anterior al año 1300, supondría para la heráldica vasca un impulso que nos haría entrar en los círculos de la nobleza y aristocracia europea tan cerrados y tan deseados.

Aristócrata de Retrete

A veces tengo estados de ánimo bajos y me confieso algo indigno porque me he creado un mundo artificial, tan típico del “Aristócrata de Retrete”, que es el perfil del “nuevo rico” que, quizá, alguno de mis antepasados haya sido peón  al venir del pueblo desde Las Batuecas, sin oficio ni beneficio, pero con ambición y con  la indomable decisión de no volver al pueblo derrotado. Que se mata a trabajar, que no gasta ni en bus para ahorrar y que haciendo algunos chanchullos, engañando a otros tan humildes como él, consigue acumular  unos pocos euros, que ha descubierto el buen efecto de cambiarse de vez en cuado de camisa, de ir aseado y afeitado. Que ha aprendido a expresarse con cierta fluidez y naturalidad,  ha dejado de blasfemar y echar gargajos. Ha acertando a elegir buenos apoyos y ayudas en bancos, ayuntamientos, con concejales; se ha hecho socio de algún club exclusivo  en el que  hay que pagar una cuota de entrada muy selectiva. Con este bagaje se reconoce como el triunfador en los negocios y en la sociedad. Pero reconoce que tiene una carencia y que es imposible cubrirla si no es con mucha astucia y agudeza e incluso, contando con ella, seguramente fracasará. El objetivo es ser aceptado entre los aristócratas de Neguri. Mientras, ya ha logrado acumular una fortuna, ha corrompido a concejales o ser compañero de partida del director del Banco de Bilbao. Ahora  está maquinando para dominar las alcantarillas, los conductos y caminos para romper el cerco que le tienen tendido los aristócratas de toda la vida. Se ha ilustrado yendo a la ópera, aunque se duerma,  ha hecho donaciones importantes para promocionar la cultura vasca, se ha afiliado al PNV y ha aprendido a decir frases oportunas en Euskara, lo que le ha dado un toque euskaldun y jatorra. Pero sabe que la vía del Partido no le llevará a conseguir ser aceptado en La Bilbaina, El Club Marítimo o en el Golf de la Galea y él está decidido a entrar en la aristocracia a toda costa. Ya le han estudiado la heráldica de su familia, logrando descubrir en ella a infinidad de aristócratas en la época de esplendor de Castilla o de Extremadura. Pero, sobre todo, su fiel amigo periodista resentido y antivasco al que  tiene bien engrasado, le ha contado la historia secreta de los aristócratas de Neguri que le están impidiendo entrar en el sancta sanctorum del Todo Bilbao Financiero y va a indagar para jugar la baza del origen.
Le cuenta que los apellidos tan selectos y vascos, como Zubiría, Ybarra, .Mac Mahon, Arteche, Churruca, y unos pocos más,  a los wue si se les rascan cuatro o cinco generaciones, son los sucesores de humildes pastores y baserritarras que cuidaban las vacas y los cerdos en sus miserables prados que han ido heredando de generación en generación, que estaban rodeados de rocas y en la montaña, por tanto sin valor a penas para cultivar ni para ser vendidos por un precio que produjera beneficios.
Aquellos dignísimos cabreros que sólo sabían Euskara fueron los antecesores de los que se han convertido ahora en “aristócratas” de nuestra élite negurítica que tanto prestigio ha acumulado y que nos dan lustre y nos coloca a la cabeza del mundo de la nobleza en Europa. Por tanto: de alcurnia, pedigree o de origen noble que se pierde en los tiempos, nada de nada.
Hacía mediados del siglo XIX la potencia hegemónica mundial era Inglaterra y sus empresarios se las ingeniaban para aprovisionarse de las materias primas de las que carecían. Para ello se desplazaban misiones técnicas apoyadas por la monarquía y políticos, a los lugares más alejados del globo. Aunque el origen de la siderurgia vasca es de tiempo inmemorial, y las burdiñola, matxino, ferrones y tecnología del hierro era conocida por los vascos desde la antigüedad, la realidad es que su explotación tenía carácter manual y artesano, por lo que era una actividad marginal. Por ello, los expertos ingleses que analizaron la zona de Meatzaldea se quedaron entusiasmados de la cantidad y riqueza del mineral de hierro de Bizkaia. Así que se entrevistaron con los humildes cabreros para proponerles que si les dejaban abrir las minas en sus terrenos, que de cada tonelada le daban un fix,  sin hacer ellos nada en absoluto.- Los cabreros eran incultos, pero nada tontos, pues aceptaron de inmediato la propuesta, por lo que abandonaron las cabras y las vacas y se bajaron a la ciudad. Como las explotaciones gestionadas por los ingleses crecían y crecían,  nuestros ilustres “aristócratas” recibían cifras de dinero siderales, lo que les hizo despertarse y empezar a estudiar el asunto de la siderurgia para explotarla por sus propios medios y obtener los beneficios para ellos. Así que mandaron a sus hijos a Inglaterra, aprendieron inglés y entraron a trabajar en los altos hornos de allí.  Pero sobre todo tuvieron la agudeza de crear Casas de Préstamo, que posteriormente se convirtieron en Bancos y actualmente se han convertido en multinacionales que se han extendido por todos los países y son capaces de doblegar a los estados para que les favorezcan y les salven cuando les descubran sus golferías, porque de lo contrario derribarán al gobierno que se niegue a participar en los desaguisados que produce su prepotencia.
Es evidente que el origen de su éxito empresarial se debe a la casualidad de que los ingleses les descubrieran lo que atesoraban bajo la superficie de sus prados, pero también supieron ser perspicaces como para aprender de ellos y aprovechar sus riquezas naturales.
Es cierto que esos aristócratas tienen su origen reciente y que en su día tuvieron que pasar por el proceso penoso de ser aceptados por los anteriores que les impedían entrar a los clubs y espacios nobles, a pesar de haber acumulado riqueza como para poder tener el nivel social de los potentados. Tuvieron que sufrir lo que ellos han obligado a los “parvenues” mineros y siderúrgicos recién bajados del monte. La lucha era la eterna: el aristócrata consolidado procura impedir el acceso al Wahlhala a los “Aristócratas de Retrete” y éstos a su vez, impedirán a los actuales que han hecho dinero construyendo pisos subvencionados, comprando a concejales y apoyando a todo lo que huela a euskaldun. La nobleza, a pesar de sus modales y educación adquirida en las universidades inglesas más acreditadas, son despiadados en preservar sus privilegios, pero al final tienen que aceptar la evidencia y permiten entrar, bien a su pesar, a los que tanto desacreditan a la nobleza y a la limpieza de su sangre.
Pero, le contaba el periodista antivasco a nuestro héroe, que la aristocracia minera y siderúrgica tuvo que vencer a los aristócratas ya consolidados preexistentes. El origen de sus fortunas y el de los títulos nobiliarios que les concedieron los reyes españoles no fueron gratuitos, ni los lograron sin esfuerzo. Todos ellos tienen su origen en el tráfico de esclavos en la época en la que España era una potencia mundial. el negocio floreciente era disponer de una flota que construían en astilleros del Nervión, que tripulaba un capitán inhumano, con el látigo en la mano, que pagaba salarios de hambre a sus tripulantes, que trabajaban las 24 horas del día, durante meses y meses. Navegando al Golfo de Guinea, asaltaban tribus pacíficas enteras, las llevaban a bordo de los barcos y navegando rumbo a las Antillas, muriendo los negros débiles y enfermos. Los que llegaban con vida eran vendidos como esclavos, produciendo unos beneficios fabulosos. Los capitanes negreros, crueles, que disponían de la vida y de la muerte de los tripulantes y de los prisioneros que en Cuba vendían como esclavos, ésos eran los que después se convertían en aristócratas, se refinaban, se codeaban con la Corte en Madrid y eran los que apoyaban las aventuras militares que eran el origen de los imperios en los que “nunca se ponía el sol”.Así pues, estos negreros eran los que impedían entrar en los saraos selectos a los mineros a los que valoraban como nuevos ricos. Estos a su vez, eran los que ponían impedimentos para hacerse socios de La Bilbaina o del RCMA a los constructores, especuladores y los que se han aprovechado de la crisis para acumular riqueza a base de empobrecer a los menesterosos.

Mis relaciones con Cartagena.

Me he perdido en explicaciones colaterales que se refieren al origen de la aristocracia vasca y de Neguri que tanto prestigio nos ha dado, no sólo en España, somos conocidos y valorados en todo el mundo. Pero debo centrarse en lo esencial de mi relato. Así que, retomo la línea argumental.
Como ya he expresado, con el descubrimiento de que mi apellido es vasco, me sentí plenamente satisfecho y orgulloso de lo que era: pensé incluso si se podría sentir más felicidad que la que yo sentía. Porque no he dicho que siempre me ha gustado escribir, aunque no niego que con escaso éxito: debe ser porque los lectores en general entienden poco de literatura. Es una impresión secreta que no quiero divulgar porque puede ser que alguien no esté de acuerdo conmigo. La cosa es que, como escribo tanto, mando cartas al director a todos los periódicos y provoco controversias para estar en el ajo, en una ocasión respondieron a una carta que escribí y que se publicó en un periódico nacional. No sé cual era el tema, pero me contestó alguien al que no conocía, que vivía en Cartagena. Afirmaba que éramos parientes, pues uno de sus lejanos  apellidos era también Orcajada. No le hice caso, pues debería ser el clásico que, como no tiene nada en qué pensar, pues se dedica a buscar afinidades y parentescos. Pero al cabo de poco tiempo me llega por Internet un mensaje que firmaba con el mismo pseudónimo con  el que me respondió aquel “pariente lejano”. Era extenso y escrito con una gran elegancia: se veía que era culto y que no debía ser un mindundi. Me contaba la posibilidad de que fuéramos parientes, pues, aunque en Murcia hay muchos Horcajada, todos son con hache, sin embargo, el suyo y el mío son sin hache. Hacía un breve curriculum vitae: era canónigo de la Catedral de Murcia, estaba jubilado y le interesaba investigar la genealogía, especialmente la que se refiriera a su estirpe. Al final me proponía tener una entrevista, pues valoraba mucho mi estilo literario y pensaba que un intercambio de puntos de vista con alguien con le mismo apellido, aunque localizado tan lejano, tendría un interés especial.
A mi me pareció interesante y pensé en proponerle tener una cita, bien en Cartagena o en Bilbao. Pero lo pensé mejor: fiel a mi lema de no arreglar lo que funciona, creía que introducirme en temas del apellido, después de saber que era vasco, aunque íntimamente no estuviera seguro de ello, prefería no moverlo, por si este experto me desvelara lo que no quería. Por eso no le contesté, dejé que pasara el tiempo y seguí con mis cartas, mis cuentos y mi sensación de felicidad que sólo me turbaba cuando pensaba en mi “pariente” de Cartagena.
Pasado un tiempo, recibí una llamada de alguien desconocido. Era Aurelio Fernández Flórez, el canónigo de Murcia, que me llamaba para saludarme y para decirme que tenía intenciones de estar en Bilbao próximamente y que me proponía tener una entrevista para conocernos y porque tenía hecho un estudio de nuestro apellido de no sé cuántas generaciones de antigüedad y que seguramente nos enriquecerían mutuamente, según me dijo. Preferí rechazarlo y le propuse que me enviara sus investigaciones por Internet y que ya le contestaría. Aunque debo manifestar que tenía  sospechas de que mi apellido debía de tener su origen por Levante o por aquella zona y nada de vasco. Al recibir su extenso mensaje comprobé que, efectivamente, los primeros antecedentes provenían de árabes o moros que invadieron la península Ibérica en el 711. Se extienden por todo el Sur, Levante y Extremadura y Portugal. Parecíamos muy prolíficos, pues las ramas eran múltiples y nadie que tuviera ningún rasgo nobiliario o que sobresaliera por alguna ciencia, arte o haber hecho alguna hazaña guerrera. Había soldadesca, marinos, algún que otro bandido que fue ahorcado. Varios fueron frailes o monjas y varias ramas emigraron a América en la época del descubrimiento, que seguramente murieron allí o formaron familias al casarse con nativos, negros o cantineras que acompañaban a los guerreros en sus gestas.
No puedo negar que me llevé un disgusto, pues todo el castillo de naipes que había formado con la fantasía del origen vasco de mi estirpe se había derrumbado y que no tenía ni un solo apellido vasco como me había creado la fantasía con el pergamino que me costó 7 euros en EROSKI demostrando que era vasco y nada menos que de Gipuzkoa. A causa de aquel fracaso, mis amigos, ante los que hacía ostentación de ser poco menos que del Goierri, se burlaban de mi y por eso decidí ir a vivir a un pueblo de Santander que me da vergüenza citar su nombre porque me empezaron a llamar “El Castreño”
Ahora he empezado a defender la filosofía de que no tiene ninguna importancia el origen de los apellidos, que lo que tiene valor es la voluntad de ser vasco y que hay muchos que tienen los ocho apellidos vascos, pero que no lo son realmente. Que lo importante es la que se lleva en el corazón y no lo que dice el DNI. Así, con esta milonga que me cuento, estoy satisfecho: en realidad es que el que no es feliz es porque no quiere. Yo, cuando me interesa soy español, en otras me declaro vasco, a veces me siento catalán porque han tenido el coraje de decir que no quieren ser españoles. También suelo  decir que me siento europeo o incluso cántabro, aunque éste último sólo en la intimidad y cuando bebo un poco de más.

Y COLORIN COLORADO, ESTE CUENTO SE HA ACABADO.



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