LA PLAGA DEL MILITARISMO
Se atribuye a Bertrand Rusell la frase. “La peor plaga del
mundo es el militarismo”. Viene esto a
cuento a la vista de las continuas intervenciones de los militares con la
pretensión de solucionar los problemas que se producen en diferentes áreas
calientes y es una evidencia que llevan
siempre al desastre porque sus medidas simplistas de fuerza desembocan en
tragedias que después tienen que ser los civiles a los que les toca recuperar los destrozos. No
hace falta hacer un relato de las intervenciones actuales e históricas que
avalan la opinión de este humanista, que además, fue el padre de la teoría de
la relatividad. El gasto e inversión
crecientes en equipos y maquinaria de guerra son espectaculares y restan fondos
necesarios para atender necesidades sociales urgentes e imprescindibles para el
progreso de la humanidad con dignidad. Además de ser inútiles y su utilización genera efectos negativos por
la destrucción que producen y por el desconocimiento de las técnicas y sistemas
de gestión de unos individuos que se les capacita exclusivamente para destruir
y luchar para triunfar contra los que
ellos deciden quienes son los enemigos a abatir. Se ha creado en los países del
mundo desarrollado una tecnología militar destructiva que es producida en corporaciones especializadas
que aprovisionan equipamiento a los
ejércitos y que sirve para enriquecer a grupos financieros planetarios que son
capaces de crear una filosofía engañosa de la defensa en la que mezclan
interesadamente conceptos tales como el patriotismo, el odio al enemigo y la
ilusión de que el poseer unas fuerzas armadas potentes aseguran a la población
lo que ellos denominan la paz por la vía del terror. Realmente el militarismo
ha sido el origen de los estados modernos que se han formado mediante
invasiones a otros y acuerdos de reparto de zonas de influencia con otras
potencias competidoras. O mediante matrimonios de conveniencia entre reyes. Son
artificiales porque dominan por la fuerza de las armas a diferentes pueblos y
naciones que no tienen nada que les vincule con el invasor, salvo el dominio y el miedo a las represalias si defienden su
idiosincrasia y la historia que les ha
dado origen desde tiempos a veces desconocidos por su antigüedad.. Los
ejércitos son los instrumentos de invasión y pacificación de esos pueblos a los
que se les despoja de sus identidades
para imponerles las costumbres y sistemas que van a generar plusvalías a favor
del invasor, a costa del empobrecimiento de los pueblos colonizados. Es una evidencia
que si se moderase el gasto militar en el mundo o se suprimiera en su totalidad
los problemas de la humanidad desaparecerían, pues el planeta Tierra es capaz
de ofrecer cobijo suficiente a toda la población mundial si se explotan sus recursos y
se distribuyeran con racionalidad y no se consumiesen para mantener la desigualdad que es el
fundamento del capitalismo. Es sonrojante que países que están sufriendo
hambrunas, pero que tienen recursos propios como para poder satisfacer las
necesidades de su población, las potencias militaristas se limitan a explotar
sus recursos en su propio beneficio y sólo acuden en su ayuda cuando se
producen revoluciones que pueden afectar a sus intereses, para lo que les suministran armamento y se destruyan entre
ellos, pero no les proveerán de nada que
les sirva para salir del subdesarrollo y puedan potenciar el aprovechamiento de
sus propios recursos.
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